Pregunta: «¿Qué es la apologética de la epistemología reformada?»
Responder:
En teología, el término reformado implica una conexión con la reforma protestante, especialmente la obra de Juan Calvino. En filosofía, la epistemología es el estudio de cómo conocemos las cosas. Ambas ideas están conectadas con el campo de la epistemología reformada, que aplica los principios fundamentales propuestos por Juan Calvino a nuestra evaluación de las verdades religiosas o espirituales. Este enfoque no es idéntico a la apologética presuposicional, pero los dos están estrechamente relacionados. Los contribuyentes más notables a las discusiones sobre esta teoría son Alvin Plantinga, Nicholas Wolterstorff y William Alston.
Una piedra angular de la epistemología reformada es la afirmación de que la fe en Dios es «propiamente básica». Ser «adecuadamente básico» significa que algo es razonable, necesario y, en última instancia, no necesita prueba previa. Se puede asumir desde el principio y hasta cierto punto incluso es necesario para que otros pensamientos tengan sentido. Esto implica que la existencia de Dios es un supuesto al mismo nivel lógico que el de nuestra propia existencia, la validez de la lógica, etc.
La idea de que la existencia de Dios es propiamente básica está relacionada con el concepto de Calvino del sensus divinitatis: la afirmación de que todas las personas tienen alguna percepción innata de Dios. En lo que respecta a la epistemología reformada, la creencia en Dios se considera justificada, aceptable o razonable, sin recurrir a ningún argumento o evidencia en particular.
Como se puede imaginar, esta es una afirmación controvertida, con debates sobre el tema que ocurren tanto dentro como a través de las perspectivas religiosas. Una crítica común a esta postura es que equivale a fideísmo: una opción de creer «solo porque, no importa qué». Sin embargo, la epistemología reformada califica la aceptación de incluso creencias propiamente básicas como una necesidad de ser defendida contra objeciones o preguntas razonables.
Una aplicación principal de la apologética de la epistemología reformada es la sugerencia de que el conocimiento justificado proviene de las habilidades intelectuales humanas que funcionan de acuerdo con su diseño previsto. Esto, por supuesto, implica que hay algún diseño intencionado, que se deriva de un Dios teísta.
La epistemología reformada se diferencia del pensamiento presuposicional en formas sutiles. El presuposicionalismo típico interpreta el sensus divinitatis como una “conciencia” literal de Dios: que todas las personas saben intrínsecamente que Dios existe. La epistemología reformada ve el sensus divinitatis más como una tendencia o capacidad que como un punto de conciencia cognitiva. La apologética presuposicional abraza la idea de que todos los argumentos lógicos son eventualmente circulares; por lo tanto, no puede haber un “terreno común” real entre el creyente y el no creyente. La epistemología reformada adopta una visión menos estridente de esa división. Asimismo, los puntos de vista presuposicionales implican que la discusión racional es en última instancia imposible sin supuestos teístas, otra área en la que la epistemología reformada adopta una postura menos firme.
También existen diferencias entre la epistemología reformada y esquemas como el fundacionalismo. En lugar de sugerir que las creencias fundamentales deben ser “muy seguras”, incluso “evidentes por sí mismas”, como en el fundacionalismo clásico, la epistemología reformada permite más flexibilidad y, por lo tanto, es un ejemplo de confiabilismo. Dado que acepta las creencias como justificadas, incluso si no hay evidencia explícita, la epistemología reformada se opone a los puntos de vista exclusivamente evidencialistas de la justificación o la apologética.