Actualmente, existen muchos documentos sobre la historia eclesiástica en los que el catolicismo se apoya para afirmar que los primeros cristianos veneraban imágenes. Sin embargo, solo basta profundizar en la historia para comprobar que dicha doctrina es falsa. En este sentido, se puede afirmar que las catacumbas y los registros escritos tanto de la iglesia católica como del cristianismo representan un elemento de estudio crucial para desmentir el argumento sobre la veneración de imágenes en la iglesia cristiana primitiva.
Origen de la veneración de imágenes
La única evidencia que se tiene sobre la veneración son las imágenes en las catacumbas romanas. No obstante, es importante mencionar que dichas imágenes son falsas (hay evidencias sobre esto) pues se trata de imágenes paganas; incluso muchos historiadores católicos lo han afirmado. Por ejemplo, la supuesta imagen de la virgen y el niño en donde la mujer tiene una vestimenta romana sin mangas y la imagen del buen pastor quien en realidad es Dionisio, el dios romano. Los católicos han engañado a sus adeptos al decir que esas imágenes corresponden al cristianismo. Asimismo, los católicos creen en la falsa idea de que las catacumbas eran iglesias y que estaban ocultas; lo que no es cierto porque eran cementerios públicos romanos. La civilización grecolatina consideraba que el mundo de arriba era el mundo de los vivos y que el mundo de abajo era el mundo de los muertos; por esa razón, tenían la costumbre de enterrar en catacumbas las cuales eran visitadas constantemente por los romanos quienes le daban un culto especial a los muertos.
Solo son 7 las imágenes auténticas pintadas en las catacumbas. Además, hay catacumbas que tienen imágenes sobre la iglesia. Sin embargo, hay que tener presente que las catacumbas datan del siglo IV y que la iglesia es del siglo VI. En dichas imágenes se ilustra un altar y otros elementos que no pertenecían a la iglesia paleocristiana; se aprecia un arte que no existía en el paleocristianismo. En este sentido, el hecho de que una catacumba se construyera en el siglo IV no implicaba que las imágenes modernas pintadas en ella pertenezcan al mismo siglo. Las imágenes auténticas son las que tienen la misma antigüedad de la catacumba pues las catacumbas se siguieron utilizando a lo largo de la historia.
En la historia del cristianismo, la primera referencia acerca del uso de las imágenes fue realizada por un grupo herético (siglo I y II) llamado los simonianos; estos eran gnósticos. Este grupo hacía imágenes de Jesucristo y de los apóstoles. Asimismo, los simonianos eran predicadores de la prosperidad. Su fundador fue Simón el mago (quien es reprendido por Pedro en el libro de los Hechos). Así pues, el origen de la veneración de imágenes es herético gnóstico. El cristianismo ortodoxo (que guarda la doctrina de Dios) rechaza la veneración de imágenes. Por ejemplo, Clemente de Alejandría en una de sus cartas condena enfáticamente la veneración de imágenes espirituales, íconos y la presencia de estos en la iglesia y afirma que los cristianos no tenían ninguna representación material de los mismos. Asimismo, Eusebio de Cesárea, figura prominente del siglo IV, le negó un busto de Jesús a Constanza, la hermana del emperador Constantino. La Enciclopedia Católica el capítulo 3 afirma que la iglesia apostólica no tenía ni rendía culto a las imágenes.
El ídolo y el ícono
Según los católicos, ellos no tienen ídolos sino íconos. Según Clemente de Alejandría, un ídolo es una imagen tal como la tienen los paganos pero el ícono es la imagen visible de Dios, es decir, Jesucristo. El único ícono que reconocía la iglesia primitiva era Jesucristo por el hecho de que Jesús es la imagen visible del Dios invisible; es decir, existe una diferencia entre una escultura hecha por el hombre y la imagen visible del Dios invisible. Asimismo, se puede afirmar que el único ícono que puede existir de Dios es Jesucristo y que el único ícono de Jesucristo es el ser humano porque hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios.
El catolicismo ha engañado a sus adeptos al afirmar que no existe adoración sino veneración de imágenes. En realidad, como lo muestra el magisterio católico, existe una ordenanza católica a adorar imágenes. El Concilio de Trento de 1543 declara condena la iglesia los que afirman que no deben honrar ni venerar las reliquias de los santos o que es en vano la adoración de estas; sin duda, los católicos que dicen que no adoran imágenes están siendo condenados por el Concilio de Trento. Asimismo, el Sínodo de Toledo de 1682 establece que los curas deben enseñar a los feligreses a adorar y venerar a las imágenes.
Significado de ‘adoración’
Los católicos tienen una concepción errada sobre el significado de ‘adorar’ ya que sostienen que la adoración está relacionada con el amor o que implica creer en el Dios verdadero; sin embargo, los budistas adoran a Buda pero Buda no es Dios y ellos tampoco creen que sea un dios. Según la etimología, ‘adorar’ se divide en dos partes ‘ad’ que significa ‘acercarse, adherirse’ y ‘orar’ que significa ‘conversar, hacer oración’; es decir, ‘adorar’ es pedir a Dios. En este sentido, cuando los católicos recurren a una imagen, se acerca a la misma para orar; está adorando. La oración es el culto más antiguo que existe así como la alabanza. Hacer peticiones, ya sea a un dios falso o a Dios, es la manera más primitiva de adorar. Los hombres de las antiguas civilizaciones no tenían ningún tipo de sentimiento hacia Dios; ellos solo hacían peticiones a Dios. Las antiguas religiones no concebían a Dios como un Dios de amor así como el cristianismo. Los antiguos dioses eran perversos por lo tanto los hombres temían el castigo de esos dioses. A pesar de ello, los hombres adoraban a esos dioses porque les hacían peticiones.
Finalmente, los católicos sí adoran las imágenes porque recurren a ellas para pedirles. Es evidente que el catolicismo ha defendido a través de la historia dicha doctrina. En la actualidad, los católicos se dejan engañar y se auto-engañan al afirmar que no adoran imágenes sino que las veneran. Debido a esta falta de conocimiento no han comprendido lo que significa tener una relación con Dios. En este sentido, no han conocido el amor de Dios.